Vueltas alrededor, cálculos aproximados de grosor y perímetro y los calcetines llenos de esa "espigadilla" tan agradable y que tan fácil se quita luego. Si es verdad que existen los gnomos para proteger la naturaleza, esta debe ser una de sus armas disuasorias.
Otra disuasión es la que nos proporciona el calor contra nuestras intenciones de subir a ver el Castillo. Esto me recuerda una cosa que comentába Retor el día que subimos al Fraile referente a cuando el Señor Feudal, cacique, Marqués o lo que fuese, tomara la decisón de construir su casa.
Los pobres vasallos viendo la inminencia de la construcción y que ellos iban a ser los peones forzosos empezarían a temer: "A ver donde se le ocurre a este hijoputa montarse el chalé" y como la tendencia se iba siempre a las alturas ya se verían subiendo piedras y bajando enrona como cabrones por el cabezo en cuestión.
En nuestro caso sin obligación de subir, con calor y con Castejón cerca, la decisión es muy clara, la imagen de una caña fresca con la copa pavonada bloquea nuestras mentes.
Camino hacia Castejón adelantamos a Gargallo y Tejero con las bicis, una gran moral la de estos hombres que ya son "muy mayores" y haga el tiempo que haga hacen kilómetros sin conocimiento.
En Castejón una cañas, una charrada con Carlos y pa casa antes de que nos den ganas y la emprendamos con el Conejo Escabechado, especialidad altemente recomendable en este establecimiento, deberían declararlos (tanto el bar como el conejo) bienes de interés turístico.
Starring: Gato, Retor y el Angel Mari
Guest stars (en el bar): Carlos Oca
2 comentarios:
Juó, juó. Yo subí a Sora ayer por la tarde, con dos arqueólogos que han hecho la prospección de todo el monte, castillo incluido, y un castejonero de pro que es el que nos ha enredado a todos con esta historia, Jesús Prado. Habíamos quedado no muy pronto para que no se nos socarraran los sesos, que menuda semanica de calor llevábamos... y ayer, fijatetú, hacía una airera que nos teníamos que ir agarrando a los pedruscos, cuando llegamos arriba, pa no salir volando. ¡Diós, qué cierceraaaaaa!
Total, que habíamos quedado para contarnos un poco, del uno al otro, lo que sabíamos del sitio, y casi que no nos hicimos ni puto caso; la prioridad era no acercarse mucho, y menos asomarse, a ningún borde de nada. ¡Copón, qué tarde!
Lo que no sé es como fuisteis capaces de subir, si te asomas por el cortao sales volando fijo. A mi me paso lo mismo en la Cruz de Campa, planteamos el recorrido para que a la vuelta no nos diese el sol y casi se nos lleva el cierzo.
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